viernes, 5 de diciembre de 2008

La hija del fletero, linda infinita, volvió a Madrid, donde parece que es feliz, ese día me mando al descenso, recuerdo como su mirada me volteó; Pero dos que se quieres, se dicen cualquier cosa. Ay ! si pudieras recordar sin rencor. En mi buzón hay un par de cartas suyas
fueron juntandose y no tengo el valor... Todavía su amor me descargas (nunca tuvo higo seco junto a mi) Pero a los ciegos no les gustan los sordos, y un corazón no se endurece por que sí.
No calentás la misma cama por dos noches, me reclamaba y no la quise oír; hice de todo por impresionarla, y dejé huérfano todo su penar. No me gustó como nos despedimos , daban sus labios rocío y no bebí. Sopa de almejas es todo lo que como (Siempre fui menos que mi reputación).

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